Te traigo buenas noticias: no hace falta viajar al espacio para ver las cosas desde otro punto de vista. Hay emotivos testimonios de astronautas que confirman que cambiaron su manera de percibir la tierra cuando la distinguieron desde el espacio. Sintieron su fragilidad, valoraron más lo que tenían, y advirtieron que los seres humanos dependemos unos de otros, más de lo que pensamos. Aquí tienes algunas de sus declaraciones a su regreso a la Tierra:
“De repente me di cuenta de que ese pequeño guisante, bonito y azul, era la Tierra. Levanté el pulgar y cerré un ojo, y mi pulgar borró el planeta Tierra. No me sentí como un gigante. Me sentí muy, muy pequeño.» Neil Armstrong (1969)
“En el futuro, me gustaría ser una mayor defensora de la conservación de las especies. Cada una de las partes de la Tierra reacciona a cualquier otra parte. Son un todo. Cada pequeño animal es importante en ese ecosistema» Karen Nyberg (2013)
“En un determinado momento pensé, si pudieras estar en el cielo, así es como verías el planeta. Y luego, pensé más en ello y dije, no, es más hermoso que eso. Así es como tendría que ser el cielo. Pienso en nuestro planeta como un paraíso. Somos muy afortunados de estar aquí”. Mike Massimino (2009)
Portrait of a Dream, escultura de Joseph Klybanski,
expuesta en el centro del estanque del Museum Square Amsterdam en 2018
Fotografía de Sam te Kiefte (Fuente: Unsplash)
Hombres y mujeres que vivieron esa extraordinaria experiencia cambiaron su mirada. Pero si no eres astronauta también puedes cambiarla gracias al coaching, en concreto gracias al uso del lenguaje y las distinciones, y así abordar tus retos desde una nueva perspectiva.
Como sabes, existen palabras que nos limitan y otras que nos abren a infinitas posibilidades.
Qué son las distinciones en relación con la formación de idiomas en empresas
En coaching utilizamos las distinciones, conceptos o palabras, que te permiten observar las cosas de manera distinta a como lo haces habitualmente. Como explican Miriam Ortiz de Zarate y Silvia Guarnieri en No es lo mismo, “No podemos distinguir aquello que no conocemos, aquello para lo cual no tenemos una distinción lingüística, aquello, en suma, que no podemos nombrar”.
Fredy Kofman añade en su libro Metamanagement que “No hablamos de aquello que vemos, sino que sólo vemos aquello de lo que podemos hablar”.
Para demostrarte lo anterior, aquí tienes dos distinciones que te servirán de ejemplo.
Distinción 1: Exigencia versus Excelencia
No es lo mismo aprender desde la perspectiva de la exigencia que desde la excelencia.
Desde la exigencia:
- buscas la perfección (algo que no existe) y eso te lleva a la insatisfacción
- sólo piensas en los resultados
- te centras en las expectativas (cosas externas a ti, que no puedes controlar)
- tienes miedo al fracaso y a equivocarte
- te comparas con otras personas
- dices: “tengo que hacer…”
Desde la excelencia:
- buscas hacer las cosas de la mejor manera posible
- disfrutas del proceso de aprendizaje y dejas en segundo plano los resultados
- te comprometes con tus objetivos (algo interno, que puedes controlar)
- vives el error como una oportunidad, lo aceptas como parte del proceso
- no te comparas con nadie
- dices “quiero…”
Distinción 2: Problema versus Reto
No es lo mismo situarse ante un problema que ante un reto.
Si tienes un problema:
- crees que debes encontrar una solución
- no sabes qué hacer y te sientes impotente
- sientes preocupación, miedo, ansiedad, resignación, falta de recursos
Si tienes un reto:
- ves distintas posibilidades y recursos
- te resulta más fácil encontrar caminos, diseñar un plan de acción
- sientes interés, curiosidad, optimismo
El aprendizaje te requiere mirar desde la perspectiva de la excelencia y afrontarlo como un reto, una oportunidad que te permite dos cosas fundamentales: por un lado, adaptarte a circunstancias externas que no has elegido y, por otro, crear nuevas realidades.
Si eres responsable de organizar un plan de formación de idiomas es clave dedicar tiempo a evaluar el verdadero propósito de dicha formación y escuchar a todas las personas implicadas (equipo, responsables de área, proveedores, …). Hacerte preguntas es la manera de entender qué necesita cada persona y qué necesita la organización. Una vez tengas las respuestas a todas las preguntas, sabrás qué formación de idiomas a medida (presencial, virtual u online), es la que mejor se adapta a tu equipo.
¿Para qué vas a organizar formación de idiomas en tu organización?
Para qué. Esa es la pregunta mágica que deberías hacerte si quieres encontrar la respuesta correcta. Es una pregunta muy poderosa, sobre todo si la comparas con cuestionarte el por qué.
Verás la diferencia a CÓMO respondes a un POR QUÉ versus a un PARA QUÉ.
Posibles respuestas a “POR QUÉ quiero montar esta formación” podrían ser:
- Porque el inglés es la lingua franca en el mundo profesional
- Porque la mayoría de empresas hacen cursos de idiomas y nosotros también tenemos que hacerlo
- Porque puede que sea necesario más adelante
- Porque todas las personas de la compañía deben llegar a nivel B2
Posibles respuestas a “PARA QUÉ quiero montar esta formación” podrían ser:
- Para que las personas que deben comunicarse en inglés se sientan más cómodas y les sea más fácil hacer sus tareas diarias
- Para abrir mercados en otras localizaciones de habla inglesa
- Para atraer talento
- Para que cada persona alcance el nivel que necesite, según sus objetivos profesionales o personales
Si te fijas cuando respondes al POR QUÉ:
- Te enfocas en el pasado
- Estás pensando en tus creencias
- Lo relacionas con la exigencia
- Te hablas desde el “tengo que…”
- Te centras en tus expectativas
Si te fijas cuando respondes al PARA QUÉ:
- Te enfocas en el futuro
- Piensas en la finalidad, el propósito
- Te hablas desde el “quiero que…”
- Lo relacionas con la excelencia: piensas en el proceso, no en los resultados
- Buscas el compromiso
La formación de idiomas en empresas tiene éxito si se pone en el centro a las personas y se diseña a medida de sus necesidades. Y esa formación se convertirá en aprendizaje si esas personas que asisten la ven como una oportunidad. El departamento de formación o la persona que recomienda dicha formación no debería enfocarse solamente en los resultados. Es vital que tengas claro cuál es propósito de la formación y asegurarte del grado de compromiso de las personas que van a participar.
Sin duda, si te sitúas desde la excelencia y afrontas la formación de idiomas en tu empresa como un reto, la abordarás desde una nueva perspectiva. Si lo haces, dejarás atrás creencias limitantes y el miedo a que el plan de formación de idiomas fracase.
Y, sobre todo, antes de ponerla en marcha, no olvides preguntarte el PARA QUÉ. 😉
“Cuando cambias la manera de ver las cosas, las cosas que miras cambian”_Wayne Dyer
Socia & Responsable de Comunicación y Ventas de Ziggurat
Durante 15 años trabajé en el sector del diseño gráfico y la comunicación visual, compaginándolo con la docencia, hasta que en 2004 me uní al equipo Ziggurat como socia.